Un placer

Un libro es un portal hacia otras vidas, un gran ojo de papel con el que puedes ver todo lo que la imaginación pueda expresar, rozando lo imposible. Como un arte, escribir es transportar a los lectores a otro mundo, una vida alternativa; sumirles en sueños, en aventuras,…una explosión de inspiración que encierra emociones, sentimientos y deseos que afloran en la mente de quien los lee.

22 de diciembre de 2006

Canto al amor


Si hablamos de poesía tenemos que empezar desde el principio. A lo largo de los siglos diferentes genios de la escritura han ido dejando su huella con poemas y versos brillantes, de diferentes temáticas y con espíritu único. El poeta que comentaremos no ha sido escogido al azar. Si queremos comenzar debemos ir de nuevo a la Grecia clásica donde aparecen los primeros versos de amor y que son elaborados nada más y nada menos que por una mujer, Safo. A pesar del machismo de la época, Safo llegó a ser respetada por celebridades masculinas de su entorno y siguió siendo muy influyente en sus vecinos los romanos. Vivió durante el siglo VII a. C en la isla de Lesbos, situada en el mar Egeo (actual Mitilene, frente a las costas de Turquía). Allí dirigía una casa donde las muchachas aristócratas recibían lecciones para ser unas buenas mujeres casaderas; aprendían a recitar poesía, tocar instrumentos, cantar, confeccionar coronas, colgantes de flores, etc. Cuenta la historia (o las leyendas ya que su biografía no es fidedigna a causa de los pocos documentos de la época) que Safo era muy enamoradiza, de ahí sus poemas llenos de sentimientos que reflejan todos los llamados tópicos de amor - la declaración, la pena por el amado ausente, la discusión, la reconciliación, el rechazo, etc.- esbozados con un lenguaje melodioso, sencillo y con intensidad. Pero su peculiaridad no acaba aquí. Si Homero fue el primero que puso a papel una historia épica, esta poetisa fue la primera en escribir al amor. Era un amor puro e inocente pero que nunca pudo llegar a buen puerto ya que su corazón latía por muchachas que pasaban por su escuela y que, por tanto, debían contraer matrimonio tarde o temprano. Esta tendencia fue la que dio nombre a las actuales mujeres homosexuales, el termino "lesbiana" proviene de la isla donde vivió Safo, nombrada anteriormente, Lesbos.
Pues bien, este amor, puro e inocente, lo expresa, además de una forma sencilla y sincera con la que el lector puede sentirse fácilmente identificado, lo que asombra al tratarse de poesía de la Grecia arcaica.

Probablemente la poetisa más traducida y más imitada de la antigüedad clásica, querida por pintores del s. XIX, con una visión romántica de ella y con una gran influencia en poetas de todos los tiempos. De su obra se han encontrado tan solo algunos poemas y fragmentos extraídos de citas y de papiros. Sin embargo han bastado para que Safo perdure en nuestros días ya que es una poetisa de obligada lectura para quienes les agrade este arte. Algunos poemas de Safo:



Un tropel de jinetes dicen unos,

un batallón de infantes dicen otros,

y otros que de navíos una flota es lo más bello sobre la negra tierra:

Yo en cambio afirmo que es el ser a quien amas.



Llegaste, hiciste bien: yo te amaba. A ti, que helaste mi corazón Ardiente de añoranza.



Eres como una dulce manzana

Que enrojece en lo más alto de la más alta rama:

Sin duda la olvidaron los cosechadores;

Pero no, no la olvidaron es que no pudieron alcanzarla.



Me parece que igual a los dioses es

aquel joven que frente a ti se sienta

y escucha de cerca mientras amable conversas.

Y sonríes seductora. Sí, esto aterra mi corazón dentro del pecho,

pues tan pronto te miro un instante,

como ya me es imposible decir una palabra,

pues mi lengua desfallece.

En seguida, un fuego sutil irrumpe bajo mi piel,

nada veo con mis ojos,

zumban mis oídos,

se me esparce el sudor, un escalofrío me apresa toda,

estoy más pálida que la hierba

y me parece que estoy a punto de morir.

Pero todo hay que soportarlo, pues esto es así.



Se han puesto ya la luna y las pléyades. Es media noche. Pasa el tiempo. Y yo sigo durmiendo sola.

Charles-August Mengin , 1877, Óleo